domingo, 30 de octubre de 2011



ACERCA DEL TOPONIMICO ARECO*
                                                                                   por Aldo Abel Beliera

 
                                                                                                                                                      
Sabido es que el nombre actual del partido de San Antonio de Areco proviene de un compuesto derivado del santo patrono y del río homónimo. El nombre San Antonio, como se denominaba al pueblo, tiene su origen en el oratorio o capilla levantada hacia 1720 bajo la advocación de San Antonio de Padua en la estancia propiedad del hacendado don José Ruiz de Arellano y de su primera esposa doña Rosa de Giles. En cambio el agregado Areco, fue tomado del  afluente que atraviesa su territorio y que en su momento le transfirió el nombre al lugar, el cual era conocido como el “Pago de Areco”.
 
Mucho se ha hablado sobre el origen del vocablo “Areco” y distintas fueron las interpretaciones dadas respecto a su significado por distintos historiadores. Algunas de estas conclusiones fueron incluidas en el capítulo I de la obra “Historia de Carmen de Areco 1771-1970” de Oscar Ricardo Melli (A.H.P.B.A. “Ricardo Levene”, La Plata, 1974)  
 
Este autor, ofrece un breve resumen de algunas hipótesis que pretenden dilucidar la raíz de este topónimo y glosa a cinco de ellas:
 
1).- Que el mismo proviene del apellido de un legendario Comandante Areco que venció a los indios de esa zona, aunque él [Melli] descarta esa suposición.
 
2).- Que el origen debe buscarse, según el sacerdote Domingo Milanesio, en una voz indígena que significa “agua caliente o agua que quema”.
 
3).- Que Eliseo A. Tello supone que Areco deriva de las palabras araucanas: “arum” y “co”, que quieren decir “aguada del sapo verde”.
 
4).- Que Bartolomé Mitre, según el investigador Enrique Stieben, sostenía que Areco provenía del término araucano “arecoy” que significa “agua caliente”.
 
5).- Que el erudito investigador y académico R. P. Guillermo Furlong S. J.  le había manifestado [a Melli] en 1972 que “no hay la mínima noticia de que haya habido un soldado o persona de ese apellido, con anterioridad a la aparición del topónimo Areco. También le señalo que en esa zona “había una franja cubierta de palmas y palmeras” y que “el fruto y aún el mismo árbol, se llama areca.
 
Agrega, además, que el publicista Alfredo R. Burneo – Merlín, en una nota periodística, también sostiene que en la región del Paraná de las Palmas abundaban otrora unas palmas cuyos frutos eran utilizados como alimento por los indígenas y que los españoles pudieron llamarlas “arecas” por similitud con las que crecían en Filipinas, América Central y las Antillas y que en el curso de agua que allí existía pudo ser entonces “el río de las arecas”, que pasó luego a ser el río Areco y, por extensión, la región o pago de Areco.
 
Refuerza estos argumentos el hecho de que “los araucanos jamás anduvieron por estos parajes y mal pudieron dejar un topónimo por allí” y que la parcialidad aborigen que habitaba la zona del Paraná desde Luján hasta el arroyo del Medio era la chaná.
 
Expuestas así, brevemente, las cinco hipótesis indicadas en la publicación de Oscar Melli, cabría mencionar ahora a otros autores que también se refirieron al mismo tema, sea reiterando o ampliando a alguna de las anteriores, sea apoyando nuevos indicios o hipótesis, pero en ningún caso demostrando que algunas de ellas haya sido fehacientemente comprobada y sea por lo tanto excluyente de las demás.
 
Así, José C. Burgueño en su “Contribución al Estudio de la Fundación y Desarrollo del Pueblo de San Antonio de Areco”  se refiere en primer término a la palma “areca” y a su fruto homónimo (que los franceses llaman “arequier”) y que esta versión tiene bastante asidero. En segundo lugar menciona la tradición de un militar llamado Areco que luchó contra los indios en la región, según la cita que hace Manuel Ricardo Trelles en la “Revista del Pasado Argentino”, tomo I, p. 239.
 
Sobre esta misma hipótesis, Burgueño refiere que en el Censo General de la Provincia de Buenos Aires de 1881, en su Sección 4ª. Resumen de las fundaciones principales de la zona Norte, se dice: “Areco le viene del río que pasa por el partido, que lo tenía por haber triunfado sobre los indios, en combate que a sus orillas diera a principio del siglo XVII, un militar de ese apellido”. Más adelante manifiesta: que no pudo hallar ninguna constancia de la existencia de ese militar, excepto un antiguo vecino de Asunción llamado Antón Areco.
 
Por nuestra parte podemos decir que en los primeros años de existencia de la ciudad de Buenos Aires figuran los homónimos llamados Francisco de Areco. El primero, de oficio sastre y Alguacil Mayor en 1589 y 1590, casó el 22 de abril de 1603 con María de Montalvo, o Melo, o Montero Soleado y fueron padres de Domingo, Juan, Magdalena y María, en tanto que el segundo casó hacia 1607/08 con Francisca Rodríguez Valdez y de la Banda, viuda de Juan Bautista Justiniano e hija natural de D. Diego Rodríguez Valdez y de la Banda, procreando a Gregorio (sacerdote de la Orden de Santo Domingo) y Matías.
 
De estos dos Francisco de Areco se ocuparon Félix de Ugarteche en “Hombres del Coloniaje” y Raúl Alejandro Molina en su conocido ensayo sobre el gobernador “Don Diego Rodríguez Valdez y de la Banda”.
 
El presbítero Dr. D. José María Fontán Gamarra en su estudio “Linaje de Areco en Buenos Aires” (Boletín interno Nº 170 del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas) desarrolla el linaje del asunceno Santiago Areco Orrego casado en Buenos Aires en 1768 con María Prudencia Sanabria, pero en su introducción cita a varios Francisco de Areco, incluidos los ya nombrados, que se radicaron en la Trinidad, y que sin duda provienen todos de la ciudad de Asunción, siendo probable que procedan de un anterior Francisco de Areco, natural de Génova y llegado con el comerciante León Pancaldo o con el veedor Alonso de Cabrera, no debiendo descartarse a otro homónimo, tal vez flamenco, que vino con la expedición de D. Pedro de Mendoza.
 
Otros testimonios son aportados por Federico Oberti en un artículo que lleva por título: “Ha cumplido 449 años el toponímico Areco”, publicado por el diario “La Prensa” en su sección ilustrada del domingo 16 de mayo de 1976. Asocia el origen del vocablo areco a los indios querandíes que habitaban en el lugar y a las Palmas “carandaí” que frondosamente se extendían desde el Luján al Carcaraña.
 
Como novedad, Oberti  incluye tres mapas antiguos. En el primero de ellos se observa escrito “Río Areco” o “Río de los Quirandos”, el cual, al igual que los Ríos Arrecifes y Baradero, desembocan en el “Río Paraná de las Palmas. Se trata de una reconstrucción de la ruta de navegación efectuada por Sebastián Caboto y P. Lopes de Sousa en 1526 y 1531 y se adjudica el dibujo de este plano a Carlos Marti.
 
Añade, a continuación, que en 1527 Alonso de Santa Cruz lo denomina “río de los quirandos”; en 1530 Oviedo y Valdés lo llama “guayrandos”; en 1531 el mencionado portugués Lópes lo registra como “terra de los quirandos” y diez años después, N. Desliens asocia la presencia de los palmares y sus aborígenes llamándolo “palmas y quirandis”; P. de Forlani, en 1552 prosigue con la denominación más socorrida: “río quirandis”, y otros autores le asignan los nombres de “río de las palmas”; “río areca” y “palmes”, nomenclatura generalizada por viajeros y cartógrafos, ya que de estas palmas existen más de 2.000 especies, entre las que consta el género “Arecae”, y otra próxima por su semejanza, reconocida como “Arecastrum”.   
 
Sobre los otros dos mapas, Oberti refiere haberlos obtenido del historiador y geógrafo Guillermo Furlong. Uno de ellos pertenece al franciscano Juan de Rivadeneyra, que vino al Río de la Plata con Juan de Garay en 1580, fue confeccionado en 1581 y en un círculo aparece el nombre “Rincón de Areco”, pero aclara, que como lo ha hecho Caboto, Rivadeneyra ha reemplazado la “a” por la “o”.  
 
La carta restante pertenece a Juan Romero y fue realizada en el año 1593. Un año antes había hecho su primera incursión al Río de la Plata; haciendo éste y otros viajes posteriores a caballo desde el Perú a estas tierras, tomando notas in situ, especialmente las que se relacionaban con los pormenores geográficos, imprescindibles para ahorrar distancias. Como en el mapa anterior, en un círculo, entre el Luján y el Arrecifes, se puede ver con claridad “R. de Areco”.
 
D. José Emilio Ramírez, funcionario, periodista y ex intendente de Areco, en su libro “Memorias entre los siglos XVII y XX, El Pago de Areco” (S.A. de Areco, 2001), va aún más lejos, en una reseña recordativa atribuye al cura Juan Romero haber impuesto el nombre al río en 1593, por ser un tal D. Francisco de Areco, dueño de las haciendas y las tierras del lugar.
 
No negamos la autenticidad ni nos resulta extraña la procedencia de estas dos últimas cartas, pues contribuye a su veracidad el título por el cual el gobernador D. Pedro Esteban Dávila, en fecha 22 de enero de 1635, hace merced de unas tierras al general D. Sebastián de Orduña Mondragón, documento éste en cuyo texto señala al “río de Areco”, como uno de los puntos de referencia para ubicar la posición y el lugar donde se hallaba situado el terreno donado. Este antecedente demuestra que la denominación impuesta al cauce, quizás venía de antigua data y era bien conocida por los pobladores de la región y las autoridades de la época.
 
Y aunque Oberti también desecha, como socorrido causante de la voz “Areco”, la presencia de un presunto soldado español de este nombre, nosotros pensamos que la hipótesis basada en la tradición sobre un militar llamado Areco, puede en principio parecer como la más atrayente, pues vimos que ya desde la época del primer Adelantado figura este apellido en la historia del Río de la Plata.
 
Creemos que el primer paso para orientar la investigación en ese sentido sería determinar, por lo menos con cierta certeza, si antes de la fundación de la ciudad de la Trinidad en 1580 por el general Juan de Garay, el río ya se llamaba “areco”, en cuyo caso debería precisarse si algunos de los pobladores de Asunción y eventualmente de Santa Fe de la Vera Cruz anteriores a esa fecha, realizó alguna acción o escaramuza contra los indios que poblaban la zona de dicho río, y si tal “militar” se llamaba precisamente Areco.
 
La escasez  de documentos que han quedado de ese tiempo o tal vez el hecho de que esos dos datos fundamentales hayan pasado inadvertidos, hace que aún no se pueda dar una respuesta definitiva sobre esta presunción.
 
Finalmente D. Camilo Orlando Fagnani, en una recopilación publicada en 1995 y que lleva por título “San Antonio de Areco: Pago – Pueblo – Ciudad, 264 años de vida institucional”, al referirse a la opinión de Burgueño, dice que el señor G. Cuadrado Hernández, en un artículo aparecido en el diario “Clarín” desestima las hipótesis de la “areca” y del “militar”, presentando a su vez una nueva versión sobre el origen del topónimo Areco y añade que no es improbable que dicha palabra proceda del nombre que los guaraníes daban a los peces que conocemos vulgarmente como “viejas de agua”. Ellos los llamaban “Arekutá”, agregando que en lengua tupí se los llamaba “Aracú” y en abipón, “Airaik”. Señala también que los topónimos Arequito, en la provincia de Santa Fe y Arequita en la República Oriental del Uruguay podrían tener igual origen.
 
Como se ha visto, la procedencia del topónimo Areco está lejos de dilucidarse, pues  ninguna de las hipótesis mencionadas se ha comprobado fehacientemente. Creo sinceramente que la polémica sigue tan en pie como siempre.
                                                                            Aldo Abel Beliera

 


* Ponencia presentada en las “Primeras Jornadas de Historia de los Pagos de Areco” realizada el día sábado 24 de septiembre de 2005. Hasta el momento no se tienen noticias sobre su publicación y/o divulgación en algún medio local; además no es mencionado en los trabajos de investigación en el blog de la Junta de Estudios Históricos de San Antonio de Areco.