martes, 1 de noviembre de 2011


 CORONEL
JACINTO GONZALEZ 



Nació en Pilar el 17 de agosto de 1811, el censo de 1815 de ese partido lo registra con 3 años de edad, hijo legítimo de Santiago González (1780-1839) y de María Isidora Beliera (1781-1859); nieto paterno de Sebastián González e Irrazábal y de Catalina Velázquez o Velasco y López Viveros y nieto materno del francés Juan Beliera y de Basilia Antonia Olivares y Moreno.


Pasó su juventud en Pilar donde su padre que estaba en buena posición económica poseía Pulpería y varias propiedades, de ellas una estancia con frente al arroyo de Escobar. 


Se inició en el ejército como oficial de milicias alrededor de 1830, y prestó servicios defensivos en la zona de Rosario después de la guerra civil de 1839.

No se tienen otras noticias de sus primeros pasos por la carrera de las armas hasta el año 1851, en que mandaba un escuadrón de paisanos del Pilar que formaba parte de una de las divisiones rosistas de las tres armas que cubrían los pasos del Paraná, desde Santa Fe al Arroyo del Medio. En dicha división de 800 hombres, servía Jacinto González en la clase de capitán de milicias, y con motivo del pronunciamiento de Urquiza concibió el atrevido pensamiento de sublevar toda la división de la que formaba parte, dando el grito de libertad en las filas mismas de Rosas, incorporándose con sus soldados al Ejército Grande Aliado de la América del Sur tan pronto pisara la margen oriental del Paraná.

Descubierto en su intento, dice el general Bartolomé Mitre en el artículo necrológico que publicó en el Nº 366 de “La Nación” de mayo de 1882 con motivo de la muerte del coronel González, “no por la traición, sino por la mal disimulada impaciencia de sus camaradas, el plan hubo de fracasar, si la decisión y la presencia de ánimo del Jefe del movimiento no hubieran obrado con energía. En una noche las fuerzas del capitán González fueron rodeadas en su acantonamiento por fuerzas dobles de las tres armas de la división a la que pertenecían, intimándole al desarme. El, sin acobardarse, tuvo la inspiración del momento: mandó tomar los frenos en la mano izquierda y con el sable o la carabina en la derecha, dio el grito de “Muera Rosas”, “Viva la libertad”, y atropelló a la caballada, con cuyos caballerizos contaba. Poco más de trescientos hombres consiguieron montar a caballo y, rodeados como se hallaban, se abrieron paso con sus armas en medio de un terrible fuego de infantería y artillería que diezmaba sus filas quedando herido en ese combate el capitán González que, con una guerrilla de tiradores, cubría en persona la retaguardia; así peleando llegó la fuerza sublevada hasta la orilla del río Paraná, se lanzó a su corriente y se refugió en una isla inmediata desde donde su jefe avisó hallarse a las órdenes del general Urquiza, pronto a combatir contra Rosas.”

El 10 de diciembre de 1851, prosigue Mitre, “llegaron al Diamante 312 hombres entre oficiales y tropa, con el capitán Jacinto González a su cabeza, siendo recibidos en medio de vivas de sus nuevos compañeros de armas”; así consta en el Boletín Nº 1 del Ejército Grande que triunfó en Caseros.

 

El Coronel González, continúa el articulista, “fue ascendido al grado inmediato superior por esta heroica acción y en la batalla de Caseros peleó valerosamente al frente de sus soldados, mereciendo en tal ocasión, los despachos de Teniente Coronel.”

El pronunciamiento del entonces capitán González, único en su género en aquella época, dio la señal de la caída de Rosas, quebrando el terror en los ejércitos, desmoralizándolos y revelando que el sentimiento de libertad bullía latente en sus filas. Desde entonces el Coronel González perteneció a la causa de la libertad, a la cual fue siempre fiel y en cuyo credo ha muerto cargado de años de servicios y de redenciones.

Poco después de Caseros, el general Urquiza lo nombró jefe del Regimiento Nº 3 de Guardias Nacionales del Departamento Sud de la provincia de Buenos Aires ascendiéndolo al grado de coronel. Producida la revolución del 11 de septiembre de 1852, González hizo causa común con el gobierno porteño; el 15 de noviembre de ese  año se dispuso que el cuerpo que mandaba aquel cambiase de denominación, por haber dos con el mismo número ”pudiendo acordar dicho Coronel con el Comandante en jefe el destino que haya de tener”. El 19 del mismo mes y año, por decreto del Gobierno de la Provincia, recibieron la efectividad de coroneles: en el arma de caballería, Jacinto González, con antigüedad al 3 de febrero del mismo año; y en el arma de infantería el coronel José María Albariño, con anterioridad al 20 de mayo de 1840.

El coronel González perteneció al grupo de jefes que se reunieron el 24 de diciembre del mismo año de 1852 en la chacra de Olivera, partido de San José de Flores, declarando que en atención a los sucesos que habían dado lugar a los procedimientos atentatorios de la administración del Dr. Alsina contra la paz de la Provincia de Buenos Aires y armonía con las demás de la República, teniendo en vista “que habían sido completamente estériles los esfuerzos practicados hasta entonces para obtener del Gobierno de Buenos Aires garantías sólidas y efectivas que aseguren la paz y tranquilidad de la provincia, por resultado de las leyes dictadas por los representantes, de 9 y 18 del mismo mes, despojando sin justicia a los jefes y oficiales del Ejército de línea y milicias, de los derechos que garantían la paz, así como la seguridad de todos los ciudadanos de que fueron despojados por las citadas leyes, formarán un acuerdo de conformidad con los motivos expresados.”

Chacra de los Olivera - Parque Avellaneda, Buenos Aires


Esta acta la firmaron numerosos jefes y a ella se le agregaron tres artículos declarando que reconocían y obedecían por Comandante General del Ejército Federal al coronel Hilario Lagos, depositando en él su confianza, y autorizándole para que en paz o guerra contra la autoridad de Buenos Aires, procediese como mejor conviniera para asegurar las garantías de que carecían los ciudadanos de la provincia.

Restablecida la paz entre la Confederación y Buenos Aires, el coronel Jacinto González volvió al servicio de este último Estado, siendo nombrado en 1854, jefe del 8º Regimiento de Guardias Nacionales en Ramallo; incorporándose al ejército del general Manuel Hornos que derrotó al general Gerónimo Costa y demás compañeros de invasión, en los campos del Tala el 8 de noviembre de aquel año. En ese combate que configura el triunfo del Estado de Buenos Aires frente a la Confederación Argentina, sobre el parche de un tambor José Pipo Giribone escribió la famosa "Marcha del Tala."

 

En julio de 1855 se lo encuentra en Navarro siendo testigo del matrimonio de Saturnino Tamayo con Rosa Benita Miranda, su sobrina nieta, hija de Romualdo Miranda y de María Mercedes Santellán Beliera.

De conformidad con el decreto del 8 de agosto de 1855, en su artículo 4º relativo a la organización del Regimiento 4º de Caballería “Húsares del Plata”, el coronel Jacinto González nombrado jefe del mismo, revistará en la Plana Mayor del mismo en el punto que se halle, tanto él como los individuos que pertenezcan a la misma”, según reza el texto del mencionado decreto. Dicho Regimiento fue formado en Navarro, y con motivo de su organización, se disponía en el documento de referencia, que el jefe del mismo hiciese las propuestas para llenar las vacantes de oficiales. 

El 17 de octubre de 1856, el general  Manuel de Escalada, “Comandante en Jefe del Ejército de la Frontera del Sud”, desde su cuartel general situado en Azul, dirigía la siguiente nota al Oficial Mayor del Ministerio de Guerra y Marina encargado de su Despacho, coronel Alejandro Romero.

“Sírvase V. S. poner en conocimiento de S. E. el Señor Gobernador del Estado, que esta fecha marcha a la Capital, el Sr. Coronel Jacinto González a curarse de sus graves enfermedades que adolece, por ser imposible alcanzar aquí su restablecimiento, por el inconveniente de la temperatura y falta de otros medios adecuados”.

“Este distinguido Jefe se ha hecho acreedor, por sus servicios y virtudes, al respeto y estimación del general en jefe y de sus compañeros de armas, que me coloca en el grato deber de recomendarlo a la consideración del Gobierno. Va acompañado del sargento mayor Apolinario Arias, jefe también de mérito recomendable, y del capitán Manuel Fulques. Dios guarde a V. S. muchos años, Manuel de Escalada.”     

El 25 de septiembre pasó a revistar en la Plana Mayor Inactiva y el 28 de diciembre de 1858 fue nombrado 2º jefe de la Frontera del Centro de la Provincia.

Cuando el coronel Ignacio Rivas marchó a Rojas, para reunirse al ejército que organizaba el general Mitre para abrir la campaña que terminó con la batalla de Cepeda, el puesto “Cruz de Guerra” que aquel cubría con sus fuerzas, fue sitiado por los indios ranqueles; marchando en protección de los defensores del mismo, los coroneles Laureano Díaz y Jacinto González, logrando este último asestar un buen golpe a los salvajes.

Comandaba el Regimiento 6º de Guardias Nacionales de Campaña y ejercía la comandancia del punto avanzado “25 de Mayo”, cuando el 3 de marzo de 1861 obtuvo una licencia, la que le fue otorgada por dos meses el día 26, pasando el 31 de marzo a la Plana Mayor Disponible, siendo reemplazado en el comando de su regimiento por el teniente coronel Juan A. Noguera.

El 20 de diciembre del mismo año fue nombrado comandante militar del “25 de Mayo”, encargado de la organización del Regimiento 6º de Guardias Nacionales de Campaña y del 5º de Línea, cargo que ejerció hasta el 13 de noviembre de 1863 en que pasó a la Plana Mayor Inactiva a contar del primero del mes siguiente.  

Por haberse enfermado el coronel Nicolás Granada, comandante en jefe de la Frontera del Oeste, se dispuso el 20 de mayo de 1865 que el Coronel González se hiciese cargo de aquel puesto.

El gobernador Emilio Castro solicitó el 9 de noviembre de 1868 al Ministro de Guerra y Marina, coronel Martín de Gainza, los servicios del coronel González para darle el mando de un regimiento de Guardias Nacionales de la Provincia, siendo autorizado el día 13 del mismo mes el pase pedido.

Radicado en el “25 de Mayo”, el coronel González, al tener conocimiento del movimiento que estalló el 24 de septiembre de 1874, se plegó a él espontáneamente conjuntamente con los vecinos de aquel lugar: Liborio Luna, Lucas Lubo, Juan Ramón Barrales, Francisco Martín y Mariano Rondeau, jefes estos de la tribu de indios allí establecida. El coronel González encabezó a los revolucionarios de su pueblo, teniendo como segundo jefe a D. Liborio Luna; y después de reñida lucha, lograron vencer a los partidarios de Alsina y apoderarse del “25 de Mayo”.

Al lado de su gran amigo, el general Bartolomé Mitre, se batió en “La Verde”, el 26 de noviembre de aquel año, siendo tomado prisionero el coronel González, el cual, al ver que toda resistencia era inútil, antes de entregarse, partió su espada de empuñadura de oro, que el Gobierno le había obsequiado por sus meritorios servicios, en dos pedazos, y los arrojó al agua. Desde allí fue trasladado al Cabildo de la villa de Luján, donde permaneció tres meses prisionero, al cabo de los cuales se le puso en libertad, de acuerdo a las condenas impuestas por el Consejo de Guerra que juzgo a los jefes de aquel movimiento.

Por su participación en dichos sucesos fue dado de baja del escalafón militar el 11 de octubre de 1874. El 5 de junio de 1877 fue reincorporado al Ejército, y el día 25 del mismo mes desde “25 de Mayo”, agradeció aquella disposición, expresando en una nota dirigida al Inspector de Armas coronel Luis María Campos: “debo manifestar a V. S. para que se sirva hacerlo así presente al Superior Gobierno, que no permitiéndome el estado de mi salud contraerme, por ahora, a ningún servicio, no me es posible aceptar puesto militar cuyos deberes no me hallo en aptitud de desempeñar como siempre lo he hecho”. La reincorporación del coronel González había sido acordada por el H. Senado en sesión del 19 de mayo de aquel año. El 23 de enero de 1878 fue pasado a revistar en la Plana Mayor Disponible “con residencia en 25 de Mayo.

Fue dado de baja el 9 de junio de 1880, por no haberse presentado en Belgrano al Gobierno Nacional de acuerdo al decreto respectivo. Como el coronel González estaba oficialmente autorizado para residir en el pueblo de 25 de Mayo, desde este punto pasó el 13 de enero de 1881 una nota pidiendo la derogación del decreto de su baja, fundado en no haber recibido las órdenes del Gobierno en aquellos días, por haber estado interrumpidas las comunicaciones entre la Capital y el lugar de su residencia, y no “haber tampoco periódicos ni noticias de alguna clase”. En atención a estas razones, el Ministro de Guerra y Marina, general Benjamín Victorica, decretó su reincorporación en la Plana Mayor Disponible el 24 de agosto de 1881.

El coronel Jacinto González había casado el 19 de enero de 1860 en el pueblo de 25 de Mayo con Da. Eufemia del Carmen Viera, nacida el 3 de septiembre y bautizada el 14 de noviembre de 1845 en el pueblo de Navarro, provincia de Buenos Aires, hija legítima de D. Anastasio Viera y Acosta, natural de Uruguay, y de Da. Juana Villarreal y Figueroa, natural del país.

Fueron padres de Ubalda Peregrina González, nacida en 1861, quien casó en Buenos Aires el 11 de diciembre de 1890 con D. Juan Sánchez, nacido en 1838, español, viudo e hijo legítimo de D. Antonio Sánchez y de Da. Ana Remeseiro.

Otros hijos naturales del coronel González habidos antes de su matrimonio fueron, Macedonio González y Villa, nacido el 13 de marzo de 1854 en Lobos, Juan de Dios González y Juana Francisca González; esta última casó con Juan M. Dubarry, francés, nacido en 1839, de profesión escribano, quienes se radicaron en Mercedes, Buenos Aires, donde dejaron descendencia. 

Juan de Dios González fue uno de los vecinos fundadores de la localidad de Norberto de la Riestra (Partido de 25 de Mayo), al igual que su prima Petrona del Pilar Beliera, su esposo Ramón Burgos e hijos. Juan de Dios figura en los anales del pueblo por haber sido un docente de reconocida y ejemplar trayectoria en la educación y formación de los jóvenes del lugar. Una calle de la ciudad lo recuerda con su nombre. 




Las propiedades del coronel González, en el partido de 25 de Mayo, consistían en una estancia de 5 leguas con poblaciones, útiles, hacienda lanar, yeguariza y vacuna; otro campo lindero, una casa situada en la calle Real del pueblo, una jardinera, una galera destinada al servicio de pasajeros desde 25 de Mayo a Chivilcoy, amén de otros bienes reclamados y heredados por su viuda e hijos que surgen del inventario practicado luego de su muerte.

El Coronel Jacinto González falleció en la ciudad de 25 de Mayo, el 25 de noviembre de 1882 a la edad de 72 años. En el lugar de su residencia y al decir del talentoso periodista, ya fallecido, don Moisés Curiel, autor de la “Guía Histórica de 25 de Mayo”, y refiriéndose a la revolución de 1874, cuyo jefe fue allí, como hemos visto, el coronel González, era considerado como “persona sumamente querida y respetada por sus bellas cualidades de carácter y su intachable honorabilidad”. A su sepelio concurrió gran número de pobladores de los puntos vecinos, a los que se agregaron más de 200 indios con su cacique al frente, pertenecientes a la tribu de Rondeau, la que había prestado numerosos servicios en la guerra contra las hordas de Juan Calfucurá y Catriel. También asistieron, por supuesto, las autoridades del pueblo, sociedades extranjeras en corporación y el cuerpo de la Guardia Nacional de 25 de Mayo, vestido de gala, el que le tributó los honores correspondientes a su graduación.   



Fotografías: gentileza Cristina Rodríguez

FUENTES:
Archivo General del Ejército - Legajo personal  Nº 5596 Coronel Jacinto González.
Archivo General de la Nación - Tomas de Razón.
Censo Pilar año 1815 - 1º Censo Nacional (1869), 2º Censo Nacional (1895).  
Constancias parroquiales - Nuestra Señora del Pilar (Pilar Buenos Aires), Nuestra Señora del Carmen (Lobos), San Lorenzo Mártir (Navarro), Nuestra Señora del Rosario (25 de Mayo), Nuestra Señora de Balvanera (CABA).
Departamento de Investigación Histórica y Cartográfica – Dirección de Geodesia, Legajo de Mensura Nº 149 - 25 de Mayo - Año 1883, Jacinto González, sus herederos.
Diarios: La Nación (22 mayo 1882), La Prensa (29-11-1882).
Tribunales Provincia de Buenos Aires (La Plata). Legajo 68/1882 y 68/1928, González Jacinto, s/suc.
Yaben Jacinto R., Biografías Argentinas y Sudamericanas (Buenos Aires, 1938).

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