martes, 1 de noviembre de 2011


MARIANO DEL PILAR BELIERA, UN PILARENSE EN LA
EXPEDICION FUNDADORA DEL FUERTE DE TANDIL

Antecedentes:

    Durante la época colonial y específicamente a partir de 1781, la precaria línea de frontera que separaba la población blanca de la pampa indígena en la provincia de Buenos Aires estaba constituida por un grupo de fuertes y fortines que se hallaban al norte del río Salado. Los fuertes eran seis: Nuestra Señora del Pilar de los Ranchos; San Juan Bautista de Chascomús; San Antonio de Salto; San José de Luján; San Francisco Rojas y San Miguel de Monte. Los cinco fortines eran los siguientes: San Pedro de Lobos; San Lorenzo de Navarro; San Claudio de Areco; Nuestra Señora de Mercedes y Nuestra Señora del Rosario de Melincué.

    Toda esta inmensa línea defensiva era vigilada por una muy pequeña cantidad de efectivos que no superaba los 700 hombres; lo cual la hacía realmente débil para los continuos ataques de los indios. De los diferentes grupos, o familias indígenas que habitaron nuestro país, hay una que tiene relación directa con la frontera sur del Salado, la de los Pámpidos o Pehuelches, cuya zona de influencia marcaríamos dentro de la provincia de Buenos Aires, parte de la Pampa llegando hasta las márgenes de los ríos Negro y Colorado. De acuerdo a la clasificación que Ibarra Grasso ha realizado de los grupos Pámpidos, los que se ubicaron en las proximidades de las sierras de Tandilson los "Cheche-Het, denominados también "serranos"; físicamente de estatura media y constitución robusta, habitaban por lo general en toldos apuntalados con estacas y cubiertos con cueros de animales.

    Estos pueblos tenían muy buenos cazadores y hábiles jinetes que tuvieron a mal traer durante muchos años a las fuerzas defensivas de la frontera. Hay una serie de intentos por extender la línea defensiva del Salado, lo que queda demostrado hacía el año 1815 cuando el Brigadier Javier de Viana  propuso una línea defensiva desde el cabo de San Andrés, tres leguas al sur de Punta Mogotes, hasta aproximadamente las sierras de Tandil, proyecto que sería apoyado por la creación del fuerte.

    El Coronel Pedro Andrés García presentó dos informes muy completos hacia los años 1808 y 1814 donde mostraba la pésima situación en que se hallaban los fuertes de la frontera, cuyas construcciones defensivas estaban muy descuidadas; planteando la necesidad de extender la línea al Sur del Salado hasta el Tandil. Proyecto semejante encomendó el Director Supremo Pueyrredón al General Balcarce en 1814 pero no fue puesto en práctica.

    Debemos aclarar que más allá del río Salado sólo dos establecimientos quedaban en pie y eran Carmen de Patagones, que se llegaba por barco, y la guardia de Kakel Huincul ubicada en la actual localidad de Maipú y el límite con General Guido.

    El año 1820 marca una fecha clave para el futuro de Tandil, ya que en ese año se produce un gran malón indígena capitaneado por el caudillo chileno José Miguel Carrera sobre la población del Salto, la que fue virtualmente destruida con gran cantidad de muertos, cautivos y pérdida de miles de cabezas de ganado. Esto despertó la furia del recién designado gobernador de la provincia el Brigadier General Martín Rodríguez el cual encabezó una expedición de escarmiento sobre las tribus aborígenes que acampaban en las proximidades del arroyo Azul, las cuales eran inocentes de los maloqueos al Salto.

    El 15 de Noviembre de 1821 el gobierno de la provincia de Buenos Aires encomendó al Coronel Pedro Andrés García la presentación de un informe que posibilitara la extensión de la línea fronteriza, ya que los ataques de los indios se habían hecho realmente muy peligrosos para las estancias del sur de la provincia y los futuros colonos no se sentían seguros en esas tierras.

    El informe de Pedro Andrés García expresaba la necesidad de establecer fortificaciones que se harían en la línea comprendida por la sierra del Volcán, otra en las sierras de Tandil, una tercera en el Arroyo Azul, la cuarta en la sierra de Huellucalel, una quinta en la sierra Amarilla y Curacó y la sexta en el cerro Cairú. En el informe de García se establecía que estos lugares eran los más adecuados para los fuertes por las características de riqueza y belleza del lugar; además de abrir las comunicaciones con el río Negro.

La expedición

    Basado en los informes de García, el gobierno de la provincia, decidió realizar una expedición que solucionara definitivamente la cuestión del indio. Así fue reunida una fuerza considerable que recibió el nombre de "Ejercito de Operaciones en el Sud" y se dispuso de inmediato la reunión de los elementos necesarios para tal campaña.

    Para fines de febrero de 1823, gran parte de la fuerza expedicionaria se hallaba reunida en la Guardia de Monte con una "alta moral" y seguros de la fácil campaña que resultaría contra los aborígenes, esto teniendo en cuenta la cantidad de efectivos, reunidos y los elementos con que se inicia la lucha.

    Pero no todos los sectores respondieron con entusiasmo ante la empresa ya que la mayoría de los propietarios rurales no compartía la idea de la expedición, incluido Juan Manuel de Rosas, aunque él posteriormente haría lo mismo diez años después. Pero otros colaboraron con donativos como el caso de Mariano Beliera, tropero que puso en forma gratuita al servicio de la expedición 10 carretas que él mismo conduciría; Antonio Derna dona 50 vacas y dinero en efectivo; Zenón Videla dona igual cantidad de animales y el gesto muy generoso de Ramón Urquiola que se apunta con 92 vacunos. Prácticamente podemos decir que el costo total de la expedición fue a cargo del gobierno provincial.

    De acuerdo con el diario de la expedición, el 6 de marzo de 1823 la tropa recibe la orden de cruzar el Salado, para acampar con rumbo a la Pampa. Al día siguiente la caravana, compuesta por 259 carretas llegó al campamento al sur del río Salado; designándose a Rondeau General en Jefe del Ejército. Posteriormente el día 8 de marzo el General Rodríguez y el ministro de la Cruz se encaminan al encuentro de la tropa en San Miguel del Monte.

Los efectivos

    Si tenemos en cuenta la cantidad de efectivos de la expedición veremos realmente la importancia que la misma llego a tener; caballería: 1.768 hombres de tropa; infantería: 575 hombres de tropa; artillería: 80 hombres de tropa; caballos 6.000; carretas 259. Cabe agregar a toda esta fuerza la división acantonada en Kakel Huincul, compuesta por 200 blandengues y 150 milicianos. Todo esto hacía realmente imponente la caravana que alcanzaba varios kilómetros de largo y donde iban alternadas carretas con cañones y batallones de caballería para afrontar cualquier ataque indígena.

    Los partes de la expedición nos dan algunos detalles interesantes respecto de la fauna silvestre de las pampas en esa época, ya que nos describe una gran abundancia de  avestruces, liebres y toda clase de especies menores, pero en grandes cantidades. En las lagunas muy abundantes, aunque algunas secas en esta parte del año, había gran variedad de pájaros, teros, garzas y algunas especies semejantes a las cigüeñas.

    El día 17 la expedición presenció un gran incendio de pastos naturales, que tapaban a los animales y el cual duró poco más de tres horas que obligó a parte de la tropa a buscar refugio dentro de una laguna hasta que finalmente se consumió y pudieron seguir el viaje, mezcla de expedición y de viaje a lo desconocido.

    Un dato que los expedicionarios comentan frecuentemente en sus relatos es la abundancia de peces en los arroyos y pequeños riachos, lo que permitía a los soldados entretenerse durante los descansos, además disfrutar de tan sabroso plato; variando un poco la monotonía de la carne.

    El día 24 de Marzo un acontecimiento hizo poner en marcha hacía Buenos Aires a Martín Rodríguez y al Ministro de Guerra: era el motín de Tagle, el que fue dominado prontamente y determinó que a las pocas horas de haber salido hacia la Capital volviera el gobernador al enterarse que el intento había sido sofocado.

    Hacía fines del mes de Marzo la expedición había llegado a su objetivo en las sierras del Tandil, comenzando los topógrafos e ingenieros a reconocer el terreno con destino a la fortaleza que se iba a levantar; labor que finalizó el día 3, iniciándose al día siguiente la excavación del foso. En esta tarea se van a dedicar unos 270 hombres que aprovecharon la abundancia de piedra para levantar las paredes de la futura Tandil.

    Es de destacar los volúmenes de tierra que fueron movidos para el cavado a través de tierra, arena y piedra, con palas de dudosa calidad; lo que hizo meritoria la labor de la tropa, sobre todo por el poco tiempo empleado para su realización. En cuanto a las paredes de la muralla, se hicieron de grandes dimensiones: 3 metros de ancho por otro tantos de alto lo cual equivale a unos 3.600 metros cúbicos de piedra. Si tenemos en cuenta que cada carreta podía acarrear unos 2 metros cúbicos de piedra, llegamos a la conclusión que fueron necesarios 1.800 viajes para dicho cometido.

    Por último, respecto a la forma del fuerte diremos que era estrellado y sus dimensiones de 200 varas sobre la línea magistral, 210 sobre el borde exterior del parapeto y la plaza de armas estaba formada por 8 pabellones de 121 pies de largo por 21 de ancho. En lo ángulos 4 baluartes capaces de contener de 4 a 6 piezas de artillería cada uno. La puerta principal estaba ubicada sobre la cara N. O en su línea perpendicular.

    Algunas cifras sobre los elementos que eran traídos para la fortaleza nos dan una idea más clara de la empresa emprendida por el gobierno de la provincia. Palas 200, tablas de pino 9.000, tijeras de sauce (para construir los ranchos) 2.500, picos 150, varios barriles, sogas, baldes, carretillas, puerta con marco, ventana con marco, mazas, martillos y una larga lista de elementos de construcción para equipar toda una fortaleza.

    Un detalle para destacar es que estos elementos, en algunos rubros, como las tijeras de sauce y las tablas de pinos eran el doble de lo necesario, lo que haría pensar en la posibilidad de otro fuerte que se levantaría en la región del Volcán. Corrobora esta presunción con la opinión del Padre Suárez García, quien al referirse a la expedición fundadora de 1823 dice ".....se decidió enviar un ejército poderoso al sur con el fin de fundar dos fuertes, como pedía el informe presentado por García; uno en Tandil y otro en el Vulcán (Balcarce) con dos hospitales de 50 camas cada un...".

    De esta manera la lucha contra el indio había comenzado; y la fortaleza de Tandil sería el principio de otros futuros fuertes como el de Bahía Blanca que sería levantado recién hacia 1828 por el coronel Estomba.

    Tandil desde el centro de la provincia había comenzado su acción que culminaría con las campañas de Rosas en 1833 y de Roca en 1879, con lo que el país adquiriría su real dimensión y espacio físico a través de la ocupación militar y del desarrollo civil. Una vez más un sueño quedaba hecho realidad; y Tandil era la prueba acabada de ello.

Bibliografía consultada

●Academia Nacional de Historia: Historia de la Nación Argentina – Buenos Aires 1936 – 
1940.
●Angelis Pedro de, Colección de Obras y Documentos relativos al Río de la Plata.

●Diario de la Expedición al desierto de 1823. Editorial Sudestada, Bs. As. 1969.    
●Editorial Plus Ultra. Diario de la Expedición al Desierto de 1823. Editorial Sudestada, Bs. As. 1969.                                                                                                                   
●El Ejército Nacional de la Fundación de Tandil. Primera Brigada de Caballería Blindada, Tandil 1973.
●Ferracutti Enrique, Las Expediciones Militares en los orígenes de Bahía Blanca.
Circulo Militar, Bs. As. 1962.
●Fontana Osvaldo: Tandil en la Historia. Talleres Gráficos Vitulo, Vistalli y Cía.  

●Garreton Juan Antonio: Partes Detallados de la Expedición al Desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833. Eudeba, Bs. As. 1975.
●Gorraiz Beloqui Ramón: Tandil a través de un siglo. Talleres Gráficos Matera, Bs. As.
1958.
●Ibarguren Carlos: Juan Manuel de Rosas. Ediciones Theoria. Bs. As. 1970.     

●Levene Ricardo: Historia de la Provincia de Buenos Aires – La Plata 1940.
Pittaluga Patricio, Una Nueva Línea al Sur del Salado, la Fundación del Fuerte.
Política seguida con el aborigen. Círculo Militar. Dirección de Estudios Históricos, Bs. As. 1973.









 

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