MARIANO DEL PILAR BELIERA, UN PILARENSE EN LA
EXPEDICION FUNDADORA DEL FUERTE DE TANDIL
Antecedentes:
Durante la época colonial y específicamente
a partir de 1781, la precaria línea de frontera que separaba la población blanca
de la pampa indígena en la provincia de Buenos Aires estaba constituida por un
grupo de fuertes y fortines que se hallaban al norte del río Salado. Los
fuertes eran seis: Nuestra Señora del Pilar de los Ranchos; San Juan Bautista
de Chascomús; San Antonio de Salto; San José de Luján; San Francisco Rojas y
San Miguel de Monte. Los cinco fortines eran los siguientes: San Pedro de
Lobos; San Lorenzo de Navarro; San Claudio de Areco; Nuestra Señora de Mercedes
y Nuestra Señora del Rosario de Melincué.
Toda esta inmensa línea defensiva era vigilada
por una muy pequeña cantidad de efectivos que no superaba los 700 hombres; lo cual
la hacía realmente débil para los continuos ataques de los indios. De los diferentes
grupos, o familias indígenas que habitaron nuestro país, hay una que tiene
relación directa con la frontera sur del Salado, la de los Pámpidos o
Pehuelches, cuya zona de influencia marcaríamos dentro de la provincia de
Buenos Aires, parte de la Pampa llegando hasta las márgenes de los ríos Negro y
Colorado. De acuerdo a la clasificación que Ibarra Grasso ha realizado de los
grupos Pámpidos, los que se ubicaron en las proximidades de las sierras de Tandilson
los "Cheche-Het, denominados también "serranos"; físicamente de
estatura media y constitución robusta, habitaban por lo general en toldos
apuntalados con estacas y cubiertos con cueros de animales.
Estos pueblos tenían muy buenos cazadores y
hábiles jinetes que tuvieron a mal traer durante muchos años a las fuerzas
defensivas de la
frontera. Hay una serie de intentos por extender la línea
defensiva del Salado, lo que queda demostrado hacía el año 1815 cuando el
Brigadier Javier de Viana propuso una
línea defensiva desde el cabo de San Andrés, tres leguas al sur de Punta
Mogotes, hasta aproximadamente las sierras de Tandil, proyecto que sería
apoyado por la creación del fuerte.
El Coronel Pedro Andrés García presentó dos
informes muy completos hacia los años 1808 y 1814 donde mostraba la pésima situación
en que se hallaban los fuertes de la frontera, cuyas construcciones defensivas
estaban muy descuidadas; planteando la necesidad de extender la línea al Sur
del Salado hasta el Tandil. Proyecto semejante encomendó el Director Supremo
Pueyrredón al General Balcarce en 1814 pero no fue puesto en práctica.
Debemos aclarar que más allá del río Salado
sólo dos establecimientos quedaban en pie y eran Carmen de Patagones, que se
llegaba por barco, y la guardia de Kakel Huincul ubicada en la actual localidad
de Maipú y el límite con General Guido.
El año 1820 marca una fecha clave para el
futuro de Tandil, ya que en ese año se produce un gran malón indígena
capitaneado por el caudillo chileno José Miguel Carrera sobre la población del
Salto, la que fue virtualmente destruida con gran cantidad de muertos, cautivos
y pérdida de miles de cabezas de ganado. Esto despertó la furia del recién
designado gobernador de la provincia el Brigadier General Martín Rodríguez el
cual encabezó una expedición de escarmiento sobre las tribus aborígenes que
acampaban en las proximidades del arroyo Azul, las cuales eran inocentes de los
maloqueos al Salto.
El 15 de Noviembre de 1821 el gobierno de
la provincia de Buenos Aires encomendó al Coronel Pedro Andrés García la
presentación de un informe que posibilitara la extensión de la línea
fronteriza, ya que los ataques de los indios se habían hecho realmente muy
peligrosos para las estancias del sur de la provincia y los futuros colonos no
se sentían seguros en esas tierras.
El informe de Pedro Andrés García expresaba
la necesidad de establecer fortificaciones que se harían en la línea
comprendida por la sierra del Volcán, otra en las sierras de Tandil, una tercera
en el Arroyo Azul, la cuarta en la sierra de Huellucalel, una quinta en la sierra Amarilla y
Curacó y la sexta en el cerro Cairú. En el informe de García se establecía que
estos lugares eran los más adecuados para los fuertes por las características
de riqueza y belleza del lugar; además de abrir las comunicaciones con el río
Negro.
La expedición
Basado en los informes de García, el
gobierno de la provincia, decidió realizar una expedición que solucionara
definitivamente la cuestión del indio. Así fue reunida una fuerza considerable
que recibió el nombre de "Ejercito de Operaciones en el Sud" y se
dispuso de inmediato la reunión de los elementos necesarios para tal campaña.
Para fines de febrero de 1823, gran parte
de la fuerza expedicionaria se hallaba reunida en la Guardia de Monte con una
"alta moral" y seguros de la fácil campaña que resultaría contra los
aborígenes, esto teniendo en cuenta la cantidad de efectivos, reunidos y los
elementos con que se inicia la lucha.
Pero no todos los sectores respondieron con
entusiasmo ante la empresa ya que la mayoría de los propietarios rurales no
compartía la idea de la expedición, incluido Juan Manuel de Rosas, aunque él
posteriormente haría lo mismo diez años después. Pero otros colaboraron con donativos
como el caso de Mariano Beliera , tropero que puso en forma gratuita al
servicio de la expedición 10 carretas que él mismo conduciría; Antonio
Derna dona 50 vacas y dinero en efectivo; Zenón Videla dona igual cantidad de
animales y el gesto muy generoso de Ramón Urquiola que se apunta con 92
vacunos. Prácticamente podemos decir que el costo total de la expedición fue a
cargo del gobierno provincial.
De acuerdo con el diario de la expedición, el
6 de marzo de 1823 la tropa recibe la orden de cruzar el Salado, para acampar
con rumbo a la Pampa. Al
día siguiente la caravana, compuesta por 259 carretas llegó al campamento al
sur del río Salado; designándose a Rondeau General en Jefe del Ejército.
Posteriormente el día 8 de marzo el General Rodríguez y el ministro de la Cruz
se encaminan al encuentro de la tropa en San Miguel del Monte.
Los efectivos
Si tenemos en cuenta la cantidad de
efectivos de la expedición veremos realmente la importancia que la misma llego
a tener; caballería: 1.768 hombres de tropa; infantería: 575 hombres de tropa;
artillería: 80 hombres de tropa; caballos 6.000; carretas 259. Cabe agregar a toda
esta fuerza la división acantonada en Kakel Huincul, compuesta por 200
blandengues y 150 milicianos. Todo esto hacía realmente imponente la caravana
que alcanzaba varios kilómetros de largo y donde iban alternadas carretas con
cañones y batallones de caballería para afrontar cualquier ataque indígena.
Los partes de la expedición nos dan algunos
detalles interesantes respecto de la fauna silvestre de las pampas en esa época,
ya que nos describe una gran abundancia de
avestruces, liebres y toda clase de especies menores, pero en grandes
cantidades. En las lagunas muy abundantes, aunque algunas secas en esta parte
del año, había gran variedad de pájaros, teros, garzas y algunas especies
semejantes a las cigüeñas.
El día 17 la expedición presenció un gran
incendio de pastos naturales, que tapaban a los animales y el cual duró poco
más de tres horas que obligó a parte de la tropa a buscar refugio dentro de una
laguna hasta que finalmente se consumió y pudieron seguir el viaje, mezcla de
expedición y de viaje a lo desconocido.
Un dato que los expedicionarios comentan
frecuentemente en sus relatos es la abundancia de peces en los arroyos y
pequeños riachos, lo que permitía a los soldados entretenerse durante los
descansos, además disfrutar de tan sabroso plato; variando un poco la monotonía
de la carne.
El día 24 de Marzo un acontecimiento hizo
poner en marcha hacía Buenos Aires a Martín Rodríguez y al Ministro de Guerra:
era el motín de Tagle, el que fue dominado prontamente y determinó que a las
pocas horas de haber salido hacia la Capital volviera el gobernador al
enterarse que el intento había sido sofocado.
Hacía fines del mes de Marzo la expedición
había llegado a su objetivo en las sierras del Tandil, comenzando los
topógrafos e ingenieros a reconocer el terreno con destino a la fortaleza que
se iba a levantar; labor que finalizó el día 3, iniciándose al día siguiente la
excavación del foso. En esta tarea se van a dedicar unos 270 hombres que
aprovecharon la abundancia de piedra para levantar las paredes de la futura Tandil.
Es de destacar los volúmenes de tierra que
fueron movidos para el cavado a través de tierra, arena y piedra, con palas de
dudosa calidad; lo que hizo meritoria la labor de la tropa, sobre todo por el
poco tiempo empleado para su realización. En cuanto a las paredes de la
muralla, se hicieron de grandes dimensiones: 3 metros de ancho por otro
tantos de alto lo cual equivale a unos 3.600 metros cúbicos
de piedra. Si tenemos en cuenta que cada carreta podía acarrear unos 2 metros cúbicos
de piedra, llegamos a la conclusión que fueron necesarios 1.800 viajes para
dicho cometido.
Por último, respecto a la forma del fuerte
diremos que era estrellado y sus dimensiones de 200 varas sobre la línea
magistral, 210 sobre el borde exterior del parapeto y la plaza de armas estaba
formada por 8 pabellones de 121
pies de largo por 21 de ancho. En lo ángulos 4 baluartes
capaces de contener de 4 a
6 piezas de artillería cada uno. La puerta principal estaba ubicada sobre la cara N. O en su línea
perpendicular.
Algunas cifras sobre los elementos que eran
traídos para la fortaleza nos dan una idea más clara de la empresa emprendida
por el gobierno de la
provincia. Palas 200, tablas de pino 9.000, tijeras de sauce
(para construir los ranchos) 2.500, picos 150, varios barriles, sogas, baldes,
carretillas, puerta con marco, ventana con marco, mazas, martillos y una larga
lista de elementos de construcción para equipar toda una fortaleza.
Un detalle para destacar es que estos
elementos, en algunos rubros, como las tijeras de sauce y las tablas de pinos eran
el doble de lo necesario, lo que haría pensar en la posibilidad de otro fuerte
que se levantaría en la región del Volcán. Corrobora esta presunción con la
opinión del Padre Suárez García, quien al referirse a la expedición fundadora
de 1823 dice ".....se decidió enviar un ejército poderoso al sur con el
fin de fundar dos fuertes, como pedía el informe presentado por García; uno en
Tandil y otro en el Vulcán (Balcarce) con dos hospitales de 50 camas cada un...".
De esta manera la lucha contra el indio
había comenzado; y la fortaleza de Tandil sería el principio de otros futuros
fuertes como el de Bahía Blanca que sería levantado recién hacia 1828 por el
coronel Estomba.
Tandil desde el centro de la provincia
había comenzado su acción que culminaría con las campañas de Rosas en 1833 y de
Roca en 1879, con lo que el país adquiriría su real dimensión y espacio físico
a través de la ocupación militar y del desarrollo civil. Una vez más un sueño
quedaba hecho realidad; y Tandil era la prueba acabada de ello.
Bibliografía consultada
●Academia Nacional de Historia: Historia de
1940.
●Angelis Pedro de, Colección de Obras y Documentos relativos al Río de la Plata.
●Diario de la Expedición al desierto de 1823. Editorial Sudestada, Bs. As. 1969.
●Editorial Plus Ultra. Diario de la Expedición al Desierto de 1823. Editorial Sudestada, Bs. As. 1969.
●El Ejército Nacional de la Fundación de Tandil. Primera Brigada de Caballería Blindada, Tandil 1973.
●Ferracutti Enrique, Las Expediciones Militares en los orígenes de Bahía Blanca.
Circulo Militar, Bs. As. 1962.
●Fontana Osvaldo: Tandil en
●Garreton
●Gorraiz Beloqui Ramón: Tandil a través de un siglo. Talleres Gráficos Matera, Bs. As. 1958.
●Ibarguren Carlos: Juan Manuel de Rosas. Ediciones Theoria. Bs. As. 1970.
●Levene Ricardo: Historia de la Provincia de Buenos Aires – La Plata 1940.
● Pittaluga Patricio, Una Nueva Línea al Sur del Salado, la Fundación del Fuerte.
●Política seguida con el aborigen. Círculo Militar. Dirección de Estudios Históricos, Bs. As. 1973.
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